sábado, 23 de agosto de 2014

"Líbranos del mal"

Líbrennos de las bobadas        
Este es el tipo de películas perfectamente predecible. Desde el instante en que aparecen un sargento casado felizmente, un cura “atípico” que fuma y bebe pero que es más bueno que un pan sobao con jamón y queso y, frente a ambos, un misterio que se va ramificando poco a poco y que ofrece tintes “misteriosos”, ya puede apostar peso a cabo’e túbano (frase hecha que denota nuestra edad, ¿cierto?) a que los dos pimpollos se van a unir contra el mal, y que el mal viene del sospechoso habitual en estos casos.

¿Qué todavía no saben quién es el sospechoso? Vayan, andan más perdidos que el hijo de Linbergh (ratificamos lo de nuestra edad proyecta con esta otra frasesita). Pues, caramba, qué fracaso, si no es otro que el mismo demonio, el diablo, Luzbel, Belcebú, satán, o sea, ese a quien aquellos que no quieren o no se atreven a señalar como causantes de la maldad porque son de verdad, de carne y hueso y se pueden desquitar, pues le echan todas las culpas de todo lo malo, funesto y horrible que sucede.Con todo este exordio queremos (aparte de rellenar porque  tanta tontería no nos ofrece mucho material para inspirarme) decir que este filme está repleto de los clichés más resobados que puedan imaginar, aparte de gazapos que brincan por todas partes.

Por ejemplo, estos señores poseídos no solamente son diabólicos, sino que su satanismo les confiere poderes diversos como pueden ser lanzarse por una ventana y caer pero no despatarrado sino muerto de risa.


http://www.listindiario.com.do/entretenimiento/2014/8/22/334693/Libranos-del-mal

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