sábado, 23 de febrero de 2013

El Oscar, unas pocas predicciones no astrológicas


Bien, este domingo 24 se presenta esa fiesta del cine que es la entrega de los premios Oscar, para nosotros, como siempre, los más famosos, los más populares, los más anhelados por todos los que en cine trabajan, pero no necesariamente los más justos.


El Oscar, o sea, los votos de casi 6000 personas que de una u otra manera tienen funciones en eso de hacer películas, tiene sus veleidades, sus marcadas preferencias, sus errores garrafales y sus ausencias insólitas, tantos que no nos es posible ofrecerlos en un artículo.
Este año se da por descontado que la película ganadora será “Argo”, la de Ben Affleck, y a nadie en la Academia le importará un pito saber que a nosotros, en Santo Domingo y en este periódico, digamos que hay por lo menos cinco de las cintas nominadas que nos gustan más. Pero “Argo” ganará, no porque sea mejor que las demás, que no lo es, sino porque es un canto al triunfalismo del norteamericano medio representado por los varios miles de académicos.
Para compensar, entonces, y sobre todo porque Affleck (increíble) no figura como nominado en dirección, la otorgarán ese galardón a Spielberg por “Lincoln”, y a Daniel Day-Lewis por ese mismo personaje.





‘La noche más oscura’

Intercalar las escenas con los lapsos breves de oscuridad total o casi total imprime a la secuencia una intensidad enorme

  "Zero dark thirty”, para comenzar, es uno de los filmes más honestos que hemos visto en estos últimos meses.
Pero seriedad, en el presente caso, no es únicamente el detalle que se evidencia en la exposición de eso que tanto se empeñaron en negar los del gobierno de Bush y los chicos de la CIA, o sea, las torturas a numerosos prisioneros combatiente o no, sino por otro aspecto que es mucho más importante en materia de cine, de Arte en términos generales: su creadora, Kathryn Bigelow, prescinde casi totalmente de ese tipo de ingrediente que es común en las películas de “acción” y que es, precisamente, eso: la acción, léase escenas de batallas, ataques fieros y apabullantes con aviones o helicópteros, docenas y docenas de muertos y heridos, o sea, ese tipo de escenas y secuencias que emocionan superficialmente, que, esa es la palabra precisa, entretienen al espectador común.
Y, por esa razón, advertimos a esos “espectadores comunes”, que prefieren ese tipo convencional de cine, que “Zero dark thirty” no les va a gustar.

sábado, 16 de febrero de 2013

‘Juan de los Muertos’

Para gozarla entera



Desde hace décadas, prácticamente desde que se inicia el cine como Arte, se están haciendo films sobre zombies. Romero fue el creador, y suyas son algunas de las mejores. Luego se han hecho docenas, pero la mayor parte de ellas se pierde en la sentina del cine común y corriente, no trasciende.
Para nosotros, siendo los cubanos unos niños de teta al lado de Hollywood en lo que a producción se refiere, esta “Juan de los muertos”, escrita y dirigida por Alejandro Brugués, es mejor como comedia de humor negro que la enorme mayoría de las realizadas con tremendos presupuestos por los del norte.
Y la idea es, más o menos, la misma de siempre: dentro de un panorama normal, de buenas a primeras empiezan a aparecer seres humanos diferentes, en el presente caso, dentro de un edificio de apartamentos, lo que sucede con una vecina, luego con otro y, así, ad infinitum.


‘Los miserables’

Aunque se encuadra en el género de comedia musical, es todo un drama musical de una dureza implacable en ciertos momentos.        


Cuando vayan a ver esta película háganse un favor de entrada: no piensen en la obra de Víctor Hugo, en esa novela tan amplia, tan envolvente y formidable desde cualquier punto de vista que escribiera ese autor, porque se les vendría abajo lo que ven en ese instante: la pieza literaria es, como ya señalamos, demasiado amplia y profunda para una comedia musical.

Porque lo que ha hecho Tom Hooper apoyado en sus guionistas es tomar la historia de ese Jean Valjean preso de manera horripilante durante 19 años, su enfrentamiento con el maníaco de la Justicia, el Inspector Javert, la protección que hace de Fantine el primero y luego de su pequeña Cosette, para llevarnos al estallido romántico de Marius por esta última, todo ello dentro del marco imponente de las luchas populares en el París de las primeras décadas del siglo 19.
O sea, no hay una exposición ni un análisis de la continuidad de la Revolución Francesa ni nada por el estilo, sino una vibrante, sentida e impresionante historia de amor inserta en una aureola de extrema pobreza, hambre y muerte.



domingo, 10 de febrero de 2013

‘Lincoln’



Spielberg se muestra como un creador apegado a la realidad histórica y despreciando oportunidades para hacer "show" en pantalla.


Todo aquel que durante los últimos 25 años nos ha escuchado o leído sabe que, en lo que se refiere a Steven Spielberg, nuestra relación es una mezcla extraña de amor-odio. Le admiramos desde que vimos su primera película, hecha para la TV, pero exhibida en nuestro país en salas de cine, “Duel”, y luego por la perfección inusitada de “Jaws”.
Otros de sus films nos han gustado mucho, pero, por el camino, criticamos acerbamente su excesivo mercurialismo, advertido no solamente en la selección de algunos de sus guiones, sino además en su desmedida capacidad como productor: donde ve un dólar, ahí se lanza, al igual que se excompañero de andanzas George Lucas.
Por esa razón, nos ha sorprendido su versión de “Lincoln”, porque, a pesar de ser una superproducción, a pesar de sus dos horas y media, a pesar de ofrecer una historia que ofrece oportunidades para el espectáculo, Spielberg se ha mostrado como un verdadero creador no solamente apegado a la realidad histórica, sino incluso despreciando esas oportunidades para hacer “show”.

‘¿Y si viviéramos todos juntos?’


Definitivamente es una hermosa historia en el cine    

Los franceses siempre han sido muy buenos para reflejar en su cine los conflictos, las pasiones, los sufrimientos y alegrías de la gente común y corriente. En este film, escrito y dirigido por Stephane Robelin, nos ofrece un escueto pero muy sentido y hermoso estudio sobre las relaciones afectivas en personas de la tercera edad. Sus personajes son dos parejas de casados, Jean y Annie, y Albert y Jeanne, que viven cada pareja en su hogar, y Claude, que vive solo.Se juntan siempre, son amigos de años y años, Claude ha sido siempre un solitario y un enamorado adicto al sexo, y lo quiere seguir siendo ya de viejo. Y es, precisamente, cuando este último se enferma y su hijo lo interna en un asilo, cuando sus amigos deciden algo que ya había propuesto antes uno de ellos, Jean: sacar a Claude del internado y llevárselo a la casa donde habrán de vivir los cinco juntos, aunque luego con la presencia habitual del joven Dirk, alemán que hace un estudio sobre la vejez en los indígenas australianos, pero que es convencido por Jeanne para que lo haga con los franceses, o sea, con ellos. 

domingo, 3 de febrero de 2013

‘Siete sicópatas y un perro’



Martin McDonagh, inglés, 43 años no cumplidos, con apenas un par de películas en su haber como director...veamos, con tan escasas credenciales, ¿cómo es posible que le estemos motejando de “maestro”, aunque sea en ciernes. Pues, aunque no somos adivinos, de todos modos muchas veces hemos confiado en nuestra intuición, y esa veleidosa señora (tal vez señorita) que es esa intuición nos hace pensar en que, si por supuesto aún no se le puede tratar de maestro, sí nos parece que tenemos que echarle el ojo encima para los años de esta década.

Porque este McDonagh nos ofreció hace muy poco (2008) una película imbuida de violencia y sangre, pero que, a la vez, es extrañamente hermosa y sutilmente profunda:”In Bruges”, la historia de dos asesinos a sueldo de caracteres enfrentados enmarcados en Brujas, ciudad repleta de historia y de belleza, marco contrastante de lo que entre ellos sucede.

“El hombre de los puños de hierro”


En efecto, volviendo atrás en el tiempo. Porque, viendo esta pobre historieta escrita por un señor que se firma nada menos que RZA (y que, si fuera por nosotros, podría llamarse Chochueca, qué más da), y que también es el director del asunto, y que también es co-musicalizador, y que también es uno de los actores principales, por un momento se nos escurrió de la mente que estamos en 2013 y en una sala múltiple y no en el Rialto o en el Olimpia, y que veíamos, sin muchas ganas en realidad, una de las varias docenas de cintas chinas de artes marciales en las cuales los héroes y los villanos volaban sobre las casas, rompían paredes con los puños, le sacaban el corazón a cualquier con los dedos o le atravesaban el cuerpo con un puño, minutos y minutos dándose porrazos infernales a pesar de lo cual caían pero se levantaban de nuevo como si nada.

En la presente, según la desbordada destartalada imaginación del tal RZA, en la China feudal, o sea, hace varios o muchos siglos, en una remota aldea unos villanos tienen una enorme fortuna en oro y, por supuesto, los malos se disputan dicha fortuna, pero también los fieles del emperador y hasta un oficial inglés muy gallardo y elegante (como que es Russell Crowe, un actor tan de verdad que nos dio pena verle haciendo payasadas junto al RZA y demás mojigangas).